Las piedras están dispersas en abundancia en el camino. Casi siempre tropezamos con algunas de ellas, pero ellas no están en el camino por pura coincidencia. Ellas están en nuestro camino como especies de colaboradoras para nuestro crecimiento personal y espiritual. Destruirlas no nos va a ayudar en nuestra mejoría y ni hará que demos grandes saltos para llegar más de prisa a nuestros objetivos, pues todo tiene la hora cierta para suceder. Comparamos las cosas de nuestra vida como frutos de un árbol que pacientemente florece, fructifica y prepara sus frutos para la cosecha. Somos como ese árbol, respetando toda la etapa de fructificación, para luego cosechar con alegría nuestros frutos maduros y saludables.
Rozilda Euzebio Costa
Comentários
Postar um comentário