“Dios es
nuestro amparo y fortaleza, nuestro auxilio en las tribulaciones.”
Sed amables y respetuosos los unos
con los otros, recordando que tenemos los ojos vendados para el futuro. No
podemos verlo ni preverlo, y sí apenas soñarlo y desearlo.
Los días nos llegan envueltos de misterios,
son paquetes que, inevitablemente debemos abrirlos para entonces, descubrir lo
que hay dentro de ellos.
Algunos de esos paquetes nos llegan
repletos de muchas novedades, mientras que otros nos traen el aviso final, la
despedida. Por tanto, seamos puros de corazón, vamos a actuar con amor en todas nuestras acciones y
decisiones, porque el amor, también chamado - caridad - nos reconcilia con
todas las cosas del alma y del corazón.
Amemos con gestos de caridad, con
ternura en la mirada, con palabras de consuelo y esperanza y con brazos que
abrazan y curan.
Las piedras están dispersas en abundancia en el camino. Casi siempre tropezamos con algunas de ellas, pero
ellas no están en el camino por pura coincidencia. Ellas están en nuestro camino
como especies de colaboradoras para
nuestro crecimiento personal y espiritual. Destruirlas no nos va a ayudar
en nuestra mejoría y ni hará que demos grandes saltos para llegar más de prisa
a nuestros objetivos, pues todo tiene la hora cierta para suceder.
Comparamos las cosas de nuestra vida como frutos
de un árbol que pacientemente florece, fructifica y prepara sus frutos para la
cosecha. Somos como ese árbol, respetando toda la etapa de fructificación, para
luego cosechar con alegría nuestros frutos maduros y saludables.
Rozilda Euzebio Costa
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